miércoles, 10 de febrero de 2016

El consumo de soja aumenta el éxito de los tratamientos de fertilidad.

El bisfenol A o BPA, es una sustancia química que utiliza la industria química fundamentalmente en la fabricación de plásticos como biberones, botellas de agua, en el recubrimiento de latas de alimentos y bebidas, pero también en electrodomésticos, pinturas, pegamentos, etc.

Su uso, se ha relacionado con numerosos problemas en la salud humana, entre los que se encuentra aumento del riesgo de ciertos cánceres, alteraciones inmunológicas, efectos tiroideos, obesidad, problemas de fertilidad masculina y femenina, poliquistosis ovárica, anomalías cromosómicas en los fetos, adelanto de la pubertad en niñas, alteraciones prostáticas, malformaciones genitourinarias...

Precisamente uno de esos efectos adversos causados por el BPA, como son los problemas de fertilidad femenina, se ha estudiado para ver si se podía revertir dicha situación. Como ya existía la evidencia de que en ratones este efecto sobre la fertilidad se podía revertir con una dieta rica en soja, investigadores de la Escuela TH Chan de Salud Pública de Harvard, el Hospital Brigham y de la Mujer y la Escuela de Medicina de Harvard en Boston, Estados Unidos, quisieron comprobarlo en mujeres.

Los investigadores examinaron la relación entre la exposición a BPA, la dieta y el éxito de las tasas de fertilidad en 239 mujeres que se habían sometido al menos a una fertilización in vitro (FIV) en el Centro de Fertilidad General del Hospital de Massachusetts entre 2007 y 2012. Las mujeres eran participantes del estudio “Environment and Repdroctive Health” (EARTH), diseñado para evaluar el papel de los factores ambientales y la nutrición en la fertilidad.

Se analizaron muestras de orina de las participantes, para medir la exposición al BPA y se les realizó un cuestionario sobre el estilo de vida que incluía preguntas sobre la frecuencia con la que comían los alimentos a base de soja, observándose que entre las participantes, había 176 que consumían habitualmente alimentos de soja. De las mujeres que no tomaban soja, las que tenían mayores niveles de BPA en la orina presentaban menores tasas de implantación del embrión, menos embarazos que progresaron y un menor número de nacidos vivos que en las mujeres con menor niveles de BPA en sus cuerpos. En comparación, las concentraciones de BPA no tuvieron impacto en los resultados de FIV en mujeres que consumían habitualmente soja.

Los autores concluyen diciendo que la ingesta de alimentos de soja puede proteger contra los efectos adversos del BPA en la reproducción humana.

Referencia bibliográfica: http://press.endocrine.org/doi/10.1210/jc.2015-3473

viernes, 5 de febrero de 2016

Un mayor consumo de fibra dietética en la adolescencia o juventud, previene del desarrollo en el futuro de un cáncer de mama

Todos estamos familiarizados con la familiarizados con los beneficios que supone la ingesta de fibra en niños y adolescentes para ayudar a prevenir el estreñimiento, y posteriormente para prevenir el cáncer de colon en adultos, pero desconocíamos que además el consumo de fibra en edades tempranas, previene del desarrollo en el futuro del cáncer de mama, según publica un grupo de investigadores de la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de la Universidad de Harvard (EE.UU.), en la revista “Pediatrics”.

El estudio se realizó tras analizar los historiales médicos de 90.534 mujeres incluidas en el 'Nurses' Health Study II' (NHS II), una investigación puesta en marcha en 1991 y en el que las participantes, cuyas edades oscilaban entre los 27 y 44 años en el momento de su reclutamiento, respondían cada cuatro años a un cuestionario sobre sus hábitos dietéticos.

Los resultados mostraron que las mujeres en los primeros años de la edad adulta cuyas dietas contenían fibra incluida en las frutas y verduras principalmente, tenían un menor riesgo de desarrollar cáncer de mama entre un 12% y un 19% en función de la cantidad de fibra ingerida en la dieta, observándose una disminución del 13% por cada 10 gramos de fibra adicional (aproximadamente la cantidad que se encuentra en una manzana, en dos rebanadas de pan de trigo integral, o aproximadamente la mitad de una taza de judías verdes cocidas).

Asimismo, y en caso de que la fibra ya se incluyera en la dieta durante la adolescencia, la reducción del riesgo se estableció en el 16% para el cáncer de mama en cualquier etapa de la vida y en el 24% para el desarrollo de la enfermedad antes de la menopausia.

Los resultados mostraron también una relación inversa muy intensa entre el consumo de fibra en la dieta y el cáncer de mama para todo el conjunto de mujeres independientemente de la edad, especialmente con la ingesta de fibra procedente de frutas y vegetales.

El mecanismo según el cual se ejerce esa protección, parece deberse a que los alimentos ricos en fibra ayudan a reducir los niveles elevados de estrógenos en sangre, que se encuentran muy fuertemente ligados al desarrollo de cáncer de mama.