El té verde, esta
infusión milenaria tan popular hoy en día por su poder antioxidante, podría
tener la llave para futuros tratamientos contra el cáncer oral y otros tipos de
cáncer. Según un estudio de la Universidad Estatal de Pensilvania, en Estados
Unidos, uno de sus principios activos tiene el potencial de destruir células
cancerígenas y detener su crecimiento.
Los
hallazgos publicado en "Molecular Nutrition and Food Research", refieren
que la epigalocatequina-3-galato (EGCG), un compuesto que se encuentra en el té
verde, desencadena un proceso en las mitocondrias que conduce a la muerte
celular, sin dañar las células normales.
"La EGCG daña la mitocondria y ese daño mitocondrial establece un ciclo que causa más
daño, hasta que la célula sufre la muerte celular programada", señaló el
Dr. Joshua Lambert, uno de los autores del estudio. "Parece que la EGCG
causa la formación de especies reactivas de oxígeno en las células tumorales,
lo que daña la mitocondria, y la mitocondria responde produciendo más especies reactivas
de oxígeno."
La desaparición mitocondrial continua, hace
que la célula cancerígena reduzca la expresión de genes antioxidantes, con lo
que se va haciendo más vulnerable.
La EGCG no causó esta reacción en las
células normales y de hecho, parecía aumentar la capacidad de protección de la
célula, según los investigadores.
Para entender cómo la EGCG afectaba a las
células tumorales, los científicos realizaron un ensayo clínico con células
orales humanas normales y células de cáncer oral. Las células normales y las cancerígenas
se sembraron en placas de Petri y luego fueron expuestas en concentraciones que
se encuentran típicamente en la saliva después de masticar chicle de té verde con EGCG. En las muestra se pudo observar el efecto del
estrés oxidativo y los signos de respuesta antioxidante.
Se descubrió que una enzima proteica
llamada sirtuina 3 (SIRT3) fue fundamental para el proceso, por lo que la EGCG
podría afectar de forma selectiva la actividad de las sirtuinas 3 en las
células del cáncer -para desactivarlo- y en las células normales -para activarlo-,
lo que sería aplicable a varios tipos de cáncer.
El siguiente paso será estudiar el
mecanismo en ensayos con animales. Si esas pruebas y ensayos posteriores en
humanos son exitosas, los investigadores esperan crear tratamientos contra el
cáncer tan eficaces como los tratamientos actuales sin los efectos secundarios
que hoy conocemos de este tipo de terapias.
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